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100 Pág. Escritores Magda R. Martín

 

Luego, me fijé en la vecina a la que nombraban algo así como "missis warren" aunque de eso no estaba muy segura, pero sí me fijé que hablaba demasiado y a gran velocidad, como si quisiera obligar al detective a creer sus explicaciones y con esa intuición de la que puedo presumir, aquella mujer me dio muy mala espina por lo cual comencé a desconfiar de ella hasta el punto de estar tentada de poner sobre aviso al policía, sin embargo, la seguridad y objetividad de aquellos ojos de aguililla, me hicieron enmudecer. Aquel hombre sabía por dónde andaba y no necesitaba las ideas de nadie, le sobraban las suyas propias. 

Después del alboroto causado por aquel suceso, todo se tranquilizó. A la perrita Mandy no la volvimos a llevar por el camino del canal sino que dábamos la vuelta rodeando las casas y nos acercábamos hasta el enorme parque al que ya nunca fui sola sino en compañía de mi amiga. No hubiera soportado otra sorpresa parecida y tenía una inseguridad atroz.

Aquella mañana estábamos desayunando cuando llamaron a la puerta y apareció el inspector Mr. Smith con sus ojos de aguililla. Habló con mi amiga, yo, más tranquila, pude entender le decía deseaba hacerme algunas preguntas. Acepté y mientras mi amiga hacía de intérprete cuando yo no entendía alguna de sus interrogaciones o no sabía expresarme con suficiente claridad para dar una respuesta, el hombre quiso saber todos los detalles del encuentro. Nos dijo que había sido un asesinato y me preguntó si había visto alguna navaja o cuchillo por entre la hierba o si me había cruzado con alguien o visto alguna persona en el camino recorrido con la perrita. En un principio le dije que no pero, más tarde recordé que, aunque no fue en el camino del canal, al salir de casa con Mandy, la puerta de la señora Warren, la vecina desagradable del piso de en frente, estaba entreabierta, cosa que me extrañó, pero fue un detalle sin importancia para mí pues oí voces dentro de la casa aunque no pude comprenderlas y pensé estaban a punto de salir a la calle.

        —¿De quienes eran las voces que oyó? —me preguntó Mr. Smith cuando le expliqué ese detalle.

Respondí con mi ignorancia puesto que no vi a las personas que hablaban pero dije como una, me pareció la de Missis Warren, la otra era desconocida para mí.

       —¿La desconocida era de hombre o mujer? —volvió a preguntarme inquisitivo.

Me quedé pensativa y respondí:

       —De hombre... 
       —¿Cómo sabe que era de hombre?